Nayib Bukele y el mito del apoyo popular en El Salvador

Escrito por Roberto Zapata y Camila Escalante a fines de 2021 para la edición internacional de primavera de 2022 de la revista Lumpen.

El improvisado experimento político de Nayib Bukele ha dado lugar a una nueva dictadura en El Salvador. Aunque en un principio se perfiló como un rostro joven, conocedor de las redes sociales y alternativo, el gobierno de Nuevas Ideas de Bukele se desvió rápidamente por un camino de autoritarismo, centralizando el poder, promoviendo el militarismo como principal política de Estado y prohibiendo cualquier tipo de crítica a su gobierno. 

A pesar de esto, los seguidores de Bukele en la prensa extranjera dominante insisten en que sigue siendo popular entre la juventud salvadoreña. Hasta hace poco era difícil encontrar desafíos a esta afirmación. Ahora, a la mitad de su mandato, es más claro que nunca que a los jóvenes les está yendo mal. Miles de jóvenes salvadoreños continúan huyendo del país cada mes, mientras que los que se quedan se involucran cada vez más en movilizaciones y activismo para oponerse a las medidas neoliberales y autoritarias del gobierno.

Un aumento importante en las protestas callejeras contra la administración salvadoreña comenzó cuando la ley de Bitcoin entró en vigor. En la capital salvadoreña se realizaron tres grandes manifestaciones en septiembre y octubre de 2021, en las que una amplia gama de organizaciones manifestaron su descontento con el camino político y socioeconómico impuesto.

Los jóvenes no solo han participado en marchas, sino que también están liderando la organización de base detrás de estas acciones colectivas. Dos de las redes más grandes de organizaciones de izquierda, la Coordinadora de Movimientos Populares y el Bloque de Resistencia Popular, han involucrado a los jóvenes a nivel nacional, incluso dentro de su liderazgo.

Además, la mayor visibilidad de la oposición vocal a la gestión autocrática de Bukele por parte de progresistas, feministas, jóvenes LGBTI+ y antiimperialistas está inspirando una mayor participación en la organización en torno a la disidencia.

Hay muchos factores detrás de este alejamiento del apoyo a Bukele. Primero, la militarización. Una de las principales promesas y expectativas del gobierno de Bukele era que se iban a generar nuevas oportunidades para la juventud.

Sin embargo, el servicio militar no era lo que tenían en mente. En solo dos años, Bukele aumentó el gasto militar en más de un 75% con el objetivo de duplicar el tamaño de las fuerzas armadas reclutando 20.000 jóvenes para 2024, llevando al país a niveles de militarización no vistos desde el conflicto armado (1979-1992) .

Estas “nuevas oportunidades” están dirigidas a jóvenes de clase trabajadora con menor acceso a la educación superior y al empleo. Este dramático aumento de la militarización sólo puede exacerbar los abusos de las fuerzas de seguridad contra las mujeres, la comunidad LGBTI+ y otros grupos vulnerables.

Una segunda causa del creciente descontento es el refuerzo por parte del gobierno de los valores familiares tradicionales y los roles de género. Es un hecho bien conocido que las generaciones más jóvenes tienden a ser más progresistas en temas como los derechos LGBTI+ y el aborto. Debido al perfil de presidente millennial de Bukele, algunos tenían la impresión de que al menos estaría abierto a la discusión sobre estos temas, pero hasta ahora sus posturas solo se han vuelto más y más conservadoras.

Recientemente, declaró en Facebook que había ordenado la eliminación de cualquier texto que pudiera abrir la puerta al matrimonio entre personas del mismo sexo o al aborto inlcuidos en las reformas constitucionales propuestas por su régimen. En mayo de 2021, miembros del Congreso de su partido político archivaron un proyecto de ley de identidad de género. Estos movimientos han generado fuertes críticas por parte de feministas, organizaciones LGBTI+ y jóvenes progresistas.

En tercer lugar, los puntos de discusión de su partido político Nuevas Ideas aún pueden verse y sonar bien para algunos, pero las condiciones para las familias de la clase trabajadora simplemente no están cambiando.

Una estrategia de relaciones públicas sin precedentes ha sido central para mantener a las masas distraídas de los temas más apremiantes, pero después de dos años y medio en el poder, y con todas las ramas del gobierno a su merced, más personas comienzan a darse cuenta de la contradicción entre lo que se representa en las redes sociales y cuáles son sus condiciones socioeconómicas reales.

El aumento del costo de vida, las desapariciones, el control de los territorios por parte de las pandillas, la vulnerabilidad al cambio climático y los feminicidios han empeorado, y con tantas personas frustradas que huyen del país, 2021 puede haber sido el año con la mayor cantidad de detenciones en la historia de salvadoreños en la frontera de Estados Unidos.

Exfuncionarios del gobierno anterior del partido Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) han sido objeto de persecución política y los periodistas han enfrentado una censura generalizada. Mientras tanto, la criminalización de los movimientos sociales, seis de los cuales han sido recientemente objeto de allanamientos por parte de la Fiscalía General de la República, incluidos Las Melidas y PROVIDA, están provocando indignación.

Las condiciones para un cambio más sólido en la conciencia de los jóvenes en 2022 parecen seguras. Los movimientos sociales están aprovechando la oportunidad para renovarse e incorporar nuevas generaciones en la lucha.

Si bien Nayib ha invertido mucho tiempo en atacar a los partidos tradicionales, la extinta guerrilla FMLN y el derechista Alianza Repúblicana Nacionalista (ARENA), la gran mayoría de las organizaciones, movimientos y figuras de la creciente oposición no pueden clasificarse como parte de ninguno de los dos partidos.

Parte de la oposición más visible proviene de sectores progresistas de organizaciones no gubernamentales, mientras que los menos visibles son activistas, jóvenes y mayores, que se basan en décadas de luchas campesinas, luchando por soluciones sostenibles para proporcionar alimentos y acabar con el hambre de las comunidades y defender a El Salvador contra la ocupación de los Estados Unidos y las corporaciones transnacionales. 

Las organizaciones campesinas de la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones Rurales (CLOC), la articulación regional del movimiento campesino internacional La Vía Campesina, tienen décadas de confrontar las políticas neoliberales en la agricultura latinoamericana y de impulsar cambios profundos en las estructuras y relaciones sociales y productivas.

Estas y otras organizaciones y comunidades existen como unidades firmes de décadas de lucha antiimperialista y se preparan para desafiar a Bukele mientras revitalizan la lucha contra el neoliberalismo y el militarismo en Centroamérica, guiadas por las lecciones derivadas de las luchas históricas de los pueblos indígenas de El Salvador, campesinos y organizaciones populares de las últimas décadas.

Roberto Zapata es economista y militante LGBTI+ de la organización AMATE e integrante de la Coordinadora Salvadoreña de Movimientos Populares.

Camila Escalante es una periodista radicada en América Latina y editora de Kawsachun News.

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